top of page

¿Cómo afecta tu trabajo la alimentación que llevas?



Si te dijera que el tipo de trabajo que tenemos nos afecta la salud seguro que lo primero que pensarías sería en el ESTRÉS, pero hoy vengo a proponerte una nueva mirada: Cuando nuestro trabajo no nos agrada afecta nuestras emociones y son ellas que mal gestionadas trastornan nuestros hábitos alimenticios haciéndonos mella en nuestra salud física y mental. Si trabajamos en un sitio que no nos gusta, que no va alineado con quienes somos o queremos, que no nos aporta bienestar, en el que no se nos remunera acorde a nuestras capacidades y desempeños, en donde el ambiente es desgastante o tóxico, en donde nos sentimos atrapados o poco útiles y un largo etc.


¿Cómo crees que te levantas por la mañana?

  • Cero energía, ganas o motivación.

  • Lo que viene después no nos representa un desafío, ni una pizca de creatividad o tan siquiera un poco de felicidad.

  • Comenzamos un lunes de mierda, deseando que llegue el viernes para tener un respiro el fin de semana.

Seguro que no te es difícil imaginarlo, ya que todos hemos estado alguna vez en un lugar así. Ahora, teniendo en cuenta este panorama y que te quedan 8 o 10 horas por delante,

¿Cómo crees que será tu alimentación?

¿Qué tipo de alimentos crees que te pedirá tu cuerpo? Muchos nos decantamos por comidas muy palatables, es decir super sabrosas, vacías de nutrientes y llenas de calorías. Es nuestro sistema de recompensa intentado equilibrar la balanza. Como trabajo haciendo esto que no me gusta, me doy un homenaje porque me lo merezco por “soportar” esto. Y aunque hoy no entraré en la responsabilidad de cada uno en cambiar sus propias circunstancias, si quiero que veas cuál es la relación directa entre: Trabajo desmotivador >> Malas elecciones de alimentación >> Emociones negativas

Y así en bucle al infinito. Nuestro cuerpo es sabio y busca compensar en el afuera aquello que está sintiendo por dentro.

Y la forma más inmediata de recompensa es la comida. La tenemos al alcance de la mano y el ambiente obesogénico en el que vivimos nos lo pone en bandeja: comida chatarra a un paso que damos, más barata y en envases prácticos listos para llevar y consumir. Este tipo de comida se caracteriza por tener altas concentraciones de azúcar, sal y potenciadores del sabor que actúan en nuestro cerebro haciéndolo flipar en colores, comiendo sin detectar cuándo estamos satisfechos.

Esta comida actúa a nivel hormonal “haciéndole creer” a nuestro cuerpo por un instante que somos felices. Pero en cuanto se pasa el efecto, nos damos cuenta que esa sensación de bienestar ha sido sólo una falsa ilusión. Nos entra un mal de cuerpo horrible, como una especie de bajonazo, nos sentimos mal, faltos de energía. Y es que nuestro cuerpo ya ha probado lo bueno y nos vuelve a pedir más. Quiere volver a tener ese “chute”, a flipar durante un ratito y olvidar, pero esta vez no se conformará con la misma cantidad, querrá un puntito más. ¿A qué te suena esta escena que te describo? A mí se me parece a la que vemos en una peli de adictos. Quizás te parezca que estoy exagerando, pero yo he estado en esas circunstancias chungas y créeme que no son tan distintas a quien es adicto a una droga.


  • Sientes que la comida te domina, controla tus decisiones y tus emociones van desbocadas.

  • No tienes el timón para controlar tu barco y vives en continuos altibajos de festines culinarios a sentimientos de tristeza y depresión.

  • Sientes frío en el cuerpo, tus pensamientos son espesos, recurrentes y negativos.

  • El mundo está contra ti. Vives irascible, saltando por todo, criticas a los demás y no puedes ver el lado amable de lo que te rodea.

  • Te cuesta dormir y recién te despiertas cuando vas por el tercer café de la mañana.

El trabajo forma parte de nuestras vidas y le dedicamos varias horas del día. Trabajar es inherente al ser humano: crear, sentirnos productivos, hacer algo por los otros, trabajar en pos de un proyecto. Por eso es tan importante detectar si estamos donde queremos estar, si hacemos aquello que amamos y si es una extensión de nuestros talentos. Porque si es así nos sentiremos plenos, llenos y nutridos en lo emocional. Y así la comida será sólo eso: comida, alimento y nutrición. Estaremos abiertos a escuchar qué necesita nuestro cuerpo y le daremos buen combustible. Mi invitación hoy es a que tomes consciencia, a que te observes sin juicio. A que te cuentes verdad sobre cómo te alimentas y cuánto de eso tiene que ver con el trabajo que tienes o a lo que te dedicas. ¿Es la comida un premio de consolación para compensar el trabajo que tienes?

¿Te das un homenaje al llegar a casa después de una jornada de trabajo poco nutritiva? Si te encuentras con que la respuesta es sí, pero sientes que todavía no es el momento de cambiar de trabajo, te animo a que trabajes tu fuerza de voluntad y empieces por pequeños cambios en la alimentación. Ya verás cómo modificando hábitos alimenticios, tus pensamientos comenzarán a ser menos pegajosos y podrás ver alternativas donde antes veías sólo oscuridad. Porque cambiar todo de una vez puede resultar titánico, en cambio dar un paso a la vez pero firme y certero te garantiza estar más cerca de ser quien eres, para hacer aquello que más te guste y tener así la libertad que tu corazón anhela.

Nos leemos y saboreamos pronto! Un abrazo, Laura PD: Si te ha gustado esta propuesta y piensas que puede serle de utilidad a gente que conoces, te animo a que la compartas para que puedan suscribirse a mi lista de correo y no perderse ni una semana todo lo que compartimos.

Entradas relacionadas

Ver todo

Otras entradas que pueden interesarte

bottom of page