Edulcorantes ¿Sí o no?

Si me sigues en la redes sociales sabrás que este fin de semana estuve participando en un evento deportivo: La Thor Five League, una liga de Crossfit amateur a la que nos aficionamos el año pasado. Esta vez no podía competir junto a mi equipo debido a una lesión que arrastro desde hace unos meses pero estuve presente con Canela y Coco ofreciendo el catering. (Si quieres cotillear, aquí puedes ver las fotos) La forma de alimentarnos e incorporar comida de calidad es importante siempre. Pero cuando practicas un deporte exigente la nutrición es vital ya que es el combustible que ayuda a la creación de músculos, a la prevención de lesiones y a la recuperación. Mi propuesta gastronómica en la liga fue: sándwiches variados con opciones para todos los gustos: de pollo, atún, ovo vegetariano y veganos; ensalada de quinoa y unos dulces sin gluten, sin lácteos y sin azúcar refinada. Interactuando con las personas que se acercaban a comprar me llamó la atención, y voy a generalizar, la poca consciencia o atención que se tiene en cuanto a la nutrición entendida como comida de calidad. Y esto me llevó a pensar que no es que no se preocupen por lo que comen sino que no siempre uno tiene ganas, tiempo o imaginación para adentrarse en la cocina a prepararse lo que luego será nuestro alimento. Cocer un poco de pasta, echarle un huevo, un tomate y una lata de atún es más sencillo. Y aunque no entro a juzgar si eso tiene o no nutrientes de calidad creo simplemente que es una muestra de lo que nos pasa a muchos. Hay una intención, una idea de comer saludable. Sabemos las cosas que no nos favorecen, pero nos cuesta materializarlo en tuppers o platos en lo cotidiano por falta de tiempo, ganas, imaginación o porque la cocina no nos gusta. Me vino a la mente como era yo hace cuatro años cuando a raíz de la alimentación cambié mi vida y me di cuenta que al principio para romper la inercia de los hábitos cotidianos lo que me sirvió fue ser sincera y contarme verdad sobre lo que quería, podía y elegía hacer. Me di cuenta que disponía de un tiempo limitado para cocinar, que había que organizar la compra para disponer de lo que necesitaba y que no siempre iba a tener ganas. Lo único que tenía a favor era que me gustaba cocinar, aunque tenía que cambiar la manera y los ingredientes que solía usar. El hábito que más me costó desterrar fue: dejar de consumir edulcorantes para endulzar las preparaciones. Como en estos últimos correos hemos hablado de reducir el consumo de azúcar, y me han llegado consultas individuales sobre cómo reemplazar este sabor tan apetitoso para nuestro paladar, apareciendo el “Edulcorante” como el camino paralelo más tentador, la propuesta de hoy es que hablemos sobre ello y con más información puedas tomar las decisiones que consideres. Vamos a ello: Edulcorantes ¿Sí o no? Los edulcorantes son sustitutos pobres si tenemos como objetivo reducir el consumo de azúcar. Básicamente nos aportan calorías vacías, es decir sin ningún tipo de nutriente, y a la vez nos acostumbran a umbrales de sabor dulce muy altos. Haciendo que, por ejemplo, el dulzor de una manzana no nos parezca suficiente. Los edulcorantes causan comportamientos erráticos a nivel celular: el organismo se despista con el sabor y el metabolismo se desajusta. Experimentos hechos en animales, apuntan que la ingesta de edulcorantes artificiales desata en el organismo la respuesta que sería adecuada cuando se toma algún tipo de azúcar, es decir “engañamos al organismo”. Nuestro cerebro le da la orden al páncreas de producir insulina a la vez que desata otros complejos procesos metabólicos. Lo que ocurre es que esas hormonas se encuentran con que no tienen sobre qué actuar, lo que supone un desajuste metabólico. Además, pasado un tiempo en el que esta misma situación se repite una y otra vez, cuando llega una ingesta de un azúcar verdadero, el organismo, engañado por las experiencias anteriores, ya "no se lo cree", y no reacciona adecuadamente. Otros de los efectos negativos del uso constante de edulcorantes es la alteración de la flora intestinal, destruyendo bacterias beneficiosas que intervienen en la prevención de la obesidad afectando a la vez nuestro sistema inmune. Sustituir el azúcar por edulcorantes puede ser una herramienta puntual si se está buscando perder peso, pero no debiera extenderse en el tiempo y es fundamental que lo regule un especialista en nutrición. En la naturaleza el sabor más dulce que encontraba el hommo sappiens era el de la miel. Pero ojo! Que no se encontraba con un panal todos los días, porque para poder obtenerlo la lucha con las abejas era monumental. Eso sí! El día que volvía con un panal bajo el brazo el festín era descomunal. Como ves ese tipo de comportamiento era muy de vez en cuando y con un sabor natural. Piensa que cuando usamos edulcorantes el estímulo no cesa, ya que seguimos acostumbrando al cuerpo a unos umbrales de dulzor altísimos que no son naturales, siendo luego muy complicado volver a tomar los sabores dulces presentes en los alimentos como frutas, verduras y frutos secos. Básicamente sacrificamos salud, elevamos nuestro apetito y necesidad de dulce y además, ¡engordamos también! ¿Qué puedes hacer para disminuir la ingesta de azúcar?
Incorpora más verduras dulces a tus comidas. La batata o boniato, la zanahoria, la cebolla, la calabaza, el pimiento y la remolacha son alimentos altos en vitaminas y minerales y al agregarlos a tu plato te producirán más saciedad.
Usa especias para condimentar tus comidas: canela, nuez moscada y cardamomo. La canela en particular, es fantástica para balancear los niveles de azúcar.
Busca alternativas sanas para los postres que te gustan; en mi página tienes muchas recetas con las cuales experimentar e inspirarte. Cuando preparas tus propios “antojos saludables” estás usando ingredientes de calidad que te proporcionarán más saciedad que los comerciales y a tu cuerpo le darás un combustible que puede decodificar.
Mantente hidratado. Usualmente lo que necesitamos es agua y no una galleta. Si tu debilidad son las bebidas azucaradas, busca mejores opciones como el agua con gas y limón, haz tu propia limonada con jengibre y miel, o bríndale sabor al agua agregándole bayas y frutas a la jarra.
Asegúrate de comer completo en cada una de tus comidas principales. Muchas verduras, una buena fuente de proteína, una o dos cucharadas de grasa buena y carbohidratos complejos para mantenernos satisfechos. A veces comemos muy poco y luego compensamos con ‘energía’ inmediata proveniente del azúcar o de productos procesados y refinados.
Pregúntate ¿Qué quieres realmente? A veces no es chocolate lo que necesitas; quizás necesitas un abrazo, contacto físico, un masaje, tiempo en la naturaleza o una buena conversación con un amigo. A veces necesitamos cariño, y ser más dulces con nosotros mismos. Reduzcamos esa necesidad falsa de dulce dándonos más amor y cariño. Mientras más “dulce” tenemos dentro, ¡menos necesitaremos de afuera!
Te cuento que la semana que viene estreno nuevo servicio, y estoy segura que será el sueño hecho realidad de más de uno, así que te espero en unos días!!
Nos leemos y saboreamos pronto! Un abrazo, Laura PD: Si te ha gustado esta propuesta y piensas que puede serle de utilidad a gente que conoces, te animo a que la compartas para que puedan suscribirse a mi lista de correo y no perderse ni una semana todo lo que compartimos.