Las soluciones mágicas no existen

Aunque algo adelantaba ayer por mis redes sociales, hoy dentro de esta comunidad sentía la necesidad de volver a la carga con un tema no sólo aplicable a la comida sino a la vida en sí: Las soluciones mágicas NO EXISTEN Ya sé que no he descubierto américa, pero en estos días me he topado con varias situaciones donde he caído en cuenta que los demás e incluso yo misma nos seguimos aferramos a la falsa ilusión que aparecerá la terapia salvadora, la dieta milagrosa, la pastillita mágica o las gotitas que todo lo curan. Meeeecccc!!! ¡Error! Queremos que desde fuera venga la solución porque no nos damos cuenta o tenemos miedo de reconocer el poder que tenemos dentro. De fuera sólo se nos tiende una mano, ya que la solución real y posible está dentro de nosotros. No conozco proceso de cambio personal, nutricional o de vida en el que la persona se haya quedado de brazos cruzados y los cambios se produjesen como por arte de magia. Sólo hay cambios verdaderos cuando estamos dispuestos a HACER algo diferente y sobre todo a involucrarnos con aquello que deseamos. Podemos ir a un nutricionista, pero está en nosotros seguir las pautas, prepararnos la comida a diario y tomar consciencia de lo que nos hace bien. El médico/terapeuta no es “el santo”, sólo nos ha dado unas pautas para que nosotros le demos vida y produzcamos el cambio. ¿Sabés qué creo que nos pasa? Que queremos un cambio y lo queremos ya y como eso no puede ser, si nos venden una solución mágica con promesa de inmediatez nos la compramos. Deseamos fervientemente creer que eso nos dará resultado, porque la situación en la que estamos nos produce dolor, cansancio, frustración o desgano y queremos que se pase rápidamente, sin darnos cuenta que hay un proceso en el medio que NO nos lo podemos saltar. Quienes venden los batidos milagrosos, las dietas absurdas, los polvos de otra galaxia y demás yerbas LO SABEN. Saben que dentro nuestro tenemos otro yo que grita desesperado por soluciones para ayer, y entonces nos lo pintan tan bonito que nos lo compramos. Pero ésto es pan para hoy y hambre para mañana. Sólo acrecienta nuestra frustración y nuestras ansias de consumo. Ahora, párate un momento y toma consciencia de la situación que más te está pre-ocupando, aquella que quieras cambiar. Y pregúntate: -¿Para qué quiero este cambio? ¿Qué beneficios me traería? Y ahora el punto importante: -¿Estoy dispuesto a hacer los cambios necesarios para conseguirlo? -¿Estoy dispuesto a invertir tiempo, esfuerzo, dedicación y todo mi ser? Si la segunda ronda de preguntas te hace tambalear, replantéate tu pre-ocupación. Si no estás dispuesto a pagar el precio de conseguir aquello que deseas, entonces serás presa fácil de soluciones mágicas varias. CONTINUARÁ… Te dejo el fin de semana para que estas preguntas te habiten, y las respuestas fluyan desde adentro tuyo. La semana que viene te contaré algunos cambios que he hecho en casa para poder llevar una vida focalizada en la alimentación saludable a pesar de tener poco tiempo. Estoy segura que te servirán como punto de partida para adaptarlos a tu vida ya hacer más llevadero tu inversión de tiempo y esfuerzo en cuidar tu salud.
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