Vitamina D: la vitamina solar

Hace unos días escuchaba en el tren a dos personas diciendo: ¡Qué tristeza de invierno! ¡Vengo a trabajar por la mañana de noche y me vuelvo a casa de noche, sin ver siquiera ni un rayo de sol! Estos días en que el sol se esconde prontito y la noche nos envuelve casi a media tarde (al menos de este lado del charco), pensaba en la importancia que tiene el sol para nosotros influyendo en procesos vitales de nuestro cuerpo, de nuestro estado de ánimo y sobre todo es un indicador más de la conexión que tenemos con la naturaleza. A finales de otoño y principios de invierno donde la luz del sol es más escasa, puede que te sientas un poco de "bajón", tengas menos energía, más sueño e incluso más antojos de azúcares y almidones. Quizás no seas consciente pero la poca exposición a la luz y los rayos del sol puede estar afectando la síntesis de vitamina D, también llamada "vitamina solar". En el ser humano hay dos fuentes de vitamina D: D2 y D3. Mientras que la primera es la que se adquiere a través de los alimentos, la segunda y más necesaria, se consigue por medio de los rayos del sol. La realidad es que son pocos los alimentos que contienen vitamina D de manera natural: puedes encontrarla en pescados grasos (atún, salmón y caballa), aceite de bacalao y en las yemas de los huevos. Otra de las maneras de obtener suficiente vitamina D es a través de suplementos. Pero la fuente por excelencia para obtener vitamina D, que es fácil, buena y barata es a través de la exposición al sol. ¡Perfecto! La próxima vez que te des un paseo al sol, te sientes en una terraza o simplemente hagas actividad física al aire libre, piensa en estos beneficios que la Vitamina D le proporciona a tu cuerpo:
La vitamina D es utilizada por nuestro cuerpo para mantener sanos a nuestros huesos, incrementando la concentración de calcio, favoreciendo el crecimiento y fortalecimiento de los mismos.
Evita la reproducción de células cancerígenas regulando varios procesos relativos a las respuestas inmunes de estas células, ralentizando el crecimiento de tumores.
La vitamina D es necesaria para el mejor funcionamiento del sistema inmune, contribuyendo a una mejoría en los tratamientos de enfermedades autoinmunes, protegiendo al cuerpo de bacterias y enfermedades.
Nuestro cerebro está repleto de receptores de vitamina D, por lo que es interesante para el crecimiento neuronal, ayudando además a la plasticidad de las neuronas.
Esta vitamina ayuda a desinflamar por lo que es recomendable revisar sus niveles cuando tenemos dolor en las articulaciones.
A pesar que obtener vitamina D parece tan sencillo como estar al sol, la deficiencia de esta vitamina es casi una pandemia. Algo que no es tan descabellado si observamos que usamos continuamente protectores solares, nuestra vida transcurre en ambientes cerrados bajo luz artificial, y disponemos de pocos alimentos madurados al sol de forma natural. Sin embargo, nuestro cuerpo necesita vitamina D y lo positivo es que la exposición al sol no tiene que ser muy intensa ni prolongada, con unos 10/15 minutos diarios es suficiente. Como ves nuestra conexión con la naturaleza es indiscutible, y también cíclica. Así que si estás en otoño/invierno procura aprovechar al máximo los rayos del sol disponibles durante el día: da un paseo al aire libre, bájate una parada antes de tu trabajo y camina bajo la cálida luz solar, tómate el desayuno en una terraza, da un paseo después de comer. Si me lees desde el otro lado del charco, estarás en primavera/verano, por lo que antes de embadurnarte de protector solar, deja que tu piel absorba los rayos del sol durante unos minutos antes de las 10.00 de la mañana y de esta manera podrás aprovecharte de sus beneficios protegiendo a tu piel. La exposición al sol estimula los neurotransmisores que controlan nuestro estado de ánimo, los días soleados nos animan y nos dan más alegría. Utiliza esta fuente de energía gratuita para "recargar tus pilas" y complementa tu alimentación con comidas ricas en proteínas vegetales o animales que te aportarán más saciedad y reducirán tus antojos de dulces y carbohidratos. Así que si en estos días te encuentras un poco plof! prueba salir al patio de tu casa, al balcón de tu apartamento, al banco de la plaza, a dar una vuelta a la manzana y dejar que la energía y el calorcito de los rayos del sol te inunden.
Luego me cuentas. Te aseguro que mirarás las cosas desde otra perspectiva.